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Proactividad

  • Cristina Tejón Cano
  • 17 mar 2017
  • 2 Min. de lectura

En una de esas maravillosas comidas familiares en las que se reproduce la estructura social a pequeña escala, “El Triunfador” del clan, llegado el momento de los consejos de sobremesa, decía, con toda la sabiduría que otorga la experiencia, que el 99% del éxito es riesgo.

Mientras la plebe asentíamos, me parecía la frase más absurda que podría escuchar. La típica frase de slogan contundente pero vacía, con toda la seguridad que aportan los datos estadísticos pero absolutamente sesgada por la subjetividad de “El Triunfador”. Y sino que se lo pregunten a “El Fracasado” (que también asiente con seguridad ante las afirmaciones del líder).

Resulta que el riesgo es puro azar, en el que solo entran en juego dos posibles resultados (o sale bien o sale mal), es como tirar una moneda al aire.

Y, ¿adivinan cuál es el segundo requisito indispensable para el éxito? Exacto, hay que ser eso que ahora llaman EMPRENDEDOR, hay que ser arriesgado, ambicioso, tener actitud (aunque no sepamos cuál) y, ante todo, ser proactivo. (Proactivo, me encanta ese concepto, vale para todo).

Que nadie piense que puede aceptar su vida bajo las condiciones con las que sea feliz. Por favor, no me sean conformistas, eso es de fracasados.

Yo me pregunto qué pasaría si los consejos los diera “El Fracasado”, si nos contara que ha tenido que cerrar la empresa de sus sueños porque ‒pese a sus ideas emprendedoras (algunas de ellas buenas), pese al riesgo de invertir todos sus ahorros, su ambición por hacerlo bien y llegar lejos (lejos significa arriba, ser el que da el discurso de sobremesa) y, no lo olvidemos, pese a su absoluta y total proactividad‒ sus clientes no le pagan.

Ahora viene la otra parte, lo que no te cuentan, y es que el 99% del fracaso también es riesgo, pero sobre esto no hay estadísticas.

No nos interesa el fracaso, hacemos como si no existiera, como si no entrara dentro de la posibilidad, mirando siempre para otro lado cuando estamos rodeados de fracaso.

¿Por qué creemos poder hacernos responsables del azar?

¿Por qué se estigmatiza a aquellos que no han podido conseguir lo que esperaban? ¿Por qué tenemos que convertir a las personas en héroes, en luchadores, cuando son cargas que no siempre se eligen?

¿Por qué tenemos que aparentar que todo va a salir bien? Y si no sale es que no somos lo suficientemente buenos.

Estamos tan cerca del éxito como del fracaso, constantemente, no demos la espalda a todas nuestras posibilidades, no vaya a ser que acabemos pensando que aquellos que un día arriesgaron y tuvieron éxito son dioses que doblegaron al azar.

Pero ya saben, que no les engañen, la suerte es para los perdedores…

Proactividad de Cristina Tejón Cano.

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