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Mensaje para la Humanidad

  • Diego Tello
  • 16 nov 2016
  • 3 Min. de lectura

Reconozcámoslo Familia, estuvo bien, muy bien, y fue divertido, muy divertido.

Éramos inmaduros, inconscientes, ignorantes y estúpidos. Nacimos en una hermosa y rica tierra en la que había todo lo necesario para sobrevivir, su riqueza era nuestra riqueza, recolectábamos pequeñas bayas y deliciosas frutas, cazábamos pequeños conejos, ágiles cervatillos y fuertes y gigantescos mamut. Después aprendimos a labrar la tierra con nuestras manos, a sembrar esperanzas, a recoger frutos... Inventamos instrumentos, herramientas y maquinas, y escarbamos pozos, y extrajimos más agua, porque teníamos más sed; construimos barcos y aviones, cruzamos mares y océanos, viajamos a la luna, estudiamos los misterios de la vida y del universo, y escribimos nuestra historia, pero no nos conformamos con esto como no nos conformamos con saciar nuestra hambre y nuestra sed.

Reconozcámoslo Familia, estuvo bien, muy bien, y fue divertido, muy divertido.

Éramos inmaduros, inconscientes, ignorantes y estúpidos. También se puede decir que fuimos valientes, ingeniosos, generosos… Nacimos en una Tierra en la que teníamos todo lo que necesitábamos para saciar nuestra sed y nuestra hambre y vivíamos como si no hubiese mañana porque entonces creíamos que no lo había.

Reconozcámoslo familia, estuvo bien, muy bien, y fue divertido, muy divertido, hasta que empezamos a violar, a torturar y asesinar animales para saciar nuestra gula, hasta que empezamos a utilizar a niños y a niñas para saciar nuestros insaciables deseos, hasta que empezamos a asesinar a inocentes en nombre de la justicia y de la paz, hasta que empezamos a comercializar con el dolor, la ilusión y la esperanza de nuestros hermanos y de nuestros hijos… Hay quienes dicen que no somos animales y es cierto, no lo somos, los animales son más éticos que nosotros.

¿No creéis que ya sea hora de dejar de hacer el gilipollas y de estudiar una forma de vivir en paz? ¿Qué estamos haciendo con la tierra que nos regaló la vida, la tierra que nos alimenta y nos cobija? Hemos llenado el agua, la tierra y el aire de sangre, cenizas, escombros y basura, las ciudades en las que vivimos son manicomios en los que viven millones de locos que no se reconocen como tal porque viven en libertad condicional, hemos hecho de la humanización la bandera de la inmoralidad, la corrupción y la destrucción por inconsciencia, ignorancia y estupidez.

No perdamos ni un segundo más, el tiempo perdido no se puede recuperar, pero podemos recuperar el poder que le hemos dado a esos psicópatas y cleptómanos que se descojonan de nuestro sudor y de nuestras lágrimas. Sembremos flores, huertos, llenemos las calles de árboles frutales y los campos de trigo y de vid, defendamos nosotros mismos los derechos por los que nuestros abuelos derramaron sudor y lagrimas, nuestro pan, nuestro vino, nuestro techo, nuestra vida, trabajemos por un bien común, partamos y compartamos...

-¡No!

-¡No!

-¡No!

-¿Qué estás diciendo Diego?

-¿Qué que estoy diciendo?

-El loco eres tú.

-¿Yo?

-Esto es lo que hay.

-¿Lo que hay?

-Yo también soñaba con cambiar el mundo cuando era como tú…

-¿Cuándo eras como yo?

-El Mundo no se puede cambiar.

-¿No?

-¡No!

-¡No se puede!

-¡Esto es una locura!

-¡Un cuento para niños!

-¡Una utopía!

-¿Tú también piensas así verdad?

Sí, tú. ¿Verdad?

Pues nada, desenfundemos nuestras armas, juguemos hasta la muerte como hemos hecho hasta ahora, y acabemos con esto de una vez por todas, es la única forma de salvar lo que queda sin humanizar.

Mensaje para la Humanidad

Diego Tello

Calle Mayor de Alcorcón a través de un Télefono Móvil.

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